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PELIGROS EN EL DESCENSO

BAROTRAUMATISMO: Accidentes del oído

El oído guarda una estrecha relación con el sistema respiratorio, por lo que los cambios de presión hidrostática le afectan enormemente.

El incremento de presión durante la inmersión puede producir dolor e incluso llevar a provocar una lesión del tímpano si no se produce el equilibrio necesario entre la presión del interior de esta membrana y la del exterior.

Para conseguir este equilibrio existen diferentes técnicas que deberemos ir realizando a medida que desarrollamos la inmersión:

  • Tragar saliva, efecto al que deberemos acompañar de movimientos masticatorios.
  • Maniobra de Valsalva: presionar los costados de la nariz y soplar por ella (no con mucha fuerza), como si nos sonásemos.

Consideraciones a tener en cuenta para prevenir los accidentes de oídos:

  • Poner especial cuidado en la compensación de los oídos durante los primeros metros de la inmersión.
  • Mantener una higiene periódica de los conductos del oído externo.
  • Evitar la inmersión si nos encontramos acatarrados o con sinusitis.
  • No utilizar tapones de goma.
  • Introducir agua en el conducto externo, de ninguna forma deberemos dejarlo seco.

 BAROTRAUMATISMO: Accidentes de los senos paranasales

Los senos paranasales, al igual que todas las cavidades huecas, están en estrecho contacto con las vías respiratorias, de las que reciben el aire directamente a presión ambiente. Teniendo en cuenta que se trata de conductos mucho más grandes y cortos que los de los oídos, el equilibrio de presiones debe realizarse de forma más rápida; por ello las complicaciones en los senos paranasales son mucho menos frecuentes que en los oídos, si bien son más dolorosas.

Normalmente el barotraumatismo en los senos paranasales es a consecuencia de la obstrucción de uno de los conductos lo que no permite la introducción de aire en el seno, por lo que éste queda aislado, el aumento de la presión en el exterior irá ejerciendo fuerza sobre la parte hueca del seno lo que puede llevar incluso a desgarrar las mucosas.

 APLASTAMIENTO.

También conocido como "golpe de ventosa". Al iniciarse el descenso, las gafas contienen cierta cantidad de aire que estará a la presión ambiente existente en la superficie, si al iniciar la inmersión no insuflamos aire en el interior de las gafas, la presión exterior aplastará la máscara contra la cara, produciendo una acción de ventosa en la piel, lo que afectará fundamentalmente a los ojos, donde puede producir roturas de capilares.

Para equilibrar la presión del aire del interior de la máscara con la del ambiente, bastará con espirar por la nariz.

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PELIGROS EN LA PROFUNDIDAD

Intoxicación por oxígeno

No cabe ninguna duda acerca de la necesidad del oxígeno para vivir, ahora bien, debemos saber que es suficiente una ligera alteración en el porcentaje de este gas en los tejidos para que se produzcan alteraciones más o menos graves en el organismo.

La intoxicación pude producirse de forma gradual o por sorpresa, lo cual dependerá de la sensibilidad de cada individuo, si bien lo más normal es que se produzca en cadena con los siguientes síntomas:

  • Primera fase: irratibilidad, cefaleas, angustias, vómitos, contracciones musculares de labios y hambre de aire.
  • Segunda fase: puede producirse una pérdida de la conciencia y contracciones musculares similares a las de un ataque epiléptico.
  • Tercera fase: estado de relajación adinámica que puede llevar al síncope y a la muerte.

Este tipo de intoxicación ocurre al bucear a grandes profundidades.

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 Intoxicación por Nitrógeno (Narcosis o borrachera de las profundidades)

Mal que afecta al buceador cuando sobrepasa profundidades de 40 metros, aumentando sus síntomas a medida que se desciende. Sus efectos pueden hacerse desaparecer en la medida en que se va ascendiendo a la superficie.

Esta intoxicación dependerá en gran medida del estado físico del individuo y además nos podemos habituar a ella, para lo cual se precisará de al menos quince días de entrenamiento y una práctica continuada ya que sino se perderá esta capacidad.

Los primeros signos de esta intoxicación aparecen normalmente sobre los 35 metros de profundidad, donde el individuo siente un estado de euforia y bienestar, a medida que se sigue descendiendo, entre los 60 y 80 metros, el estado de embriaguez puede afectar el comportamiento, surgiendo hilaridad, aumentando el tiempo de reacción del individuo y decayendo su capacidad de atención.

No existe ningún tratamiento, más que el comienzo de la ascensión una vez se note la aparición de los primeros efectos.

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 Intoxicación por Anhídrido Carbónico.

El anhídrido carbónico se encuentra en el aire en una proporción muy pequeña, lo cual nos lleva a afirmar que el individuo apenas lo necesita para vivir.

Al hacer ejercicio producimos este tipo de gas al tiempo que aceleramos la respiración para facilitar su eliminación, por lo que si desarrollamos un ejercicio de mayor esfuerzo o simplemente si nos llevamos un susto podemos producirnos un sofoco.

Los accidentes con este tipo de intoxicación serán más graves en función del nivel de anhídrido carbónico. Cuando aparece, deberemos dar a respirar oxígeno al afectado; si lo notamos en nosotros mismos, lo más adecuado es cesar la realización de cualquier tipo de actividad física.

Algunos consejos para evitarla:

  • Poner mucho cuidado en la calidad del aire con el que llenamos nuestras botellas.
  • Saber valorar cada esfuerzo a realizar, para no caer en esfuerzos inútiles.
  • Mantener una buena condición física.
  • Desarrollar apneas de control para conocer nuestra forma de reacción.
  • Protegerse del frío.

PELIGROS EN EL ASCENSO

Sobrepresión pulmonar (embolia traumática)

Es uno de los accidentes más graves que puede sufrir el buceador y tiene su consecuencia en la disminución brusca de la presión durante el ascenso. Suele producirse por la realización de un ascenso demasiado rápido en el que no se ha eliminado todo el aire contenido en los pulmones, con lo que se produce un desequilibrio de las presiones que el tejido pulmonar no puede soportar, acabando por producir un daño que puede ir desde el simple desgarro pulmonar hasta la rotura total de los pulmones.

No se trata de un accidente usual, más bien suele estar producido por alguna causa que hace que el submarinista trate de alcanzar la superficie lo antes posible, esto es, una situación de pánico. También puede producirlo un espasmo bronquial o un bloqueo de glotis durante el ascenso (que puede surgir cuando la persona dirige la vista hacia la superficie, forzando la posición de la laringe).

Algunos consejos para prevenir este accidente:

  • Controlar la velocidad de ascenso.
  • Espirar durante el ascenso, sobre todo al encontrarse cerca de la superficie.
  • No realizar nunca una maniobra de Valsalva.
  • Tratar de mantener la calma en situaciones complicadas y controlar el pánico.

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 Enfermedad descompresiva

Se trata de la obstrucción de los vasos sanguíneos por las burbujas de gas nitrógeno.

Uno de los grandes riesgos del buceo es la eliminación de los gases nocivos disueltos en la mezcla atmosférica y acumulados en el organismo durante la inmersión. De estos gases, el único inerte es el nitrógeno, que sometido a una alta presión se convierte en uno de los peores enemigos del buceador. La sangre ante el aumento de la cantidad de nitrógeno y la imposibilidad de eliminarlo, opta por extenderlo por todo el organismo y ahí es donde surge el problema.

Los síntomas que nos pueden dar aviso de este mal, estarán en función del lugar donde se localice la burbuja de aire dentro de nuestro organismo así como del momento en que ésta se manifieste (si bien lo más común es que sea nada más subir a la superficie). Podemos hablar entonces de dos tipos de enfermedad descompresiva:

  • De tipo I: limitada a la piel, tendones, músculos y articulaciones. Los síntomas más comunes son:
    • Dolor osteoartromuscular: pesadez o dolor del miembro afectado.
    • Afección cutáneo-linfática: manchas en la piel con hinchazón dolorosa.
  • De tipo II: afecta al sistema nervioso. Síntomas:
    • Afectación cerebral: debilidad, pérdida de la sensibilidad, hormigueo en las piernas...
    • Afectación muscular: trastornos visuales, pérdida de la conciencia, parálisis de medio cuerpo...
    • Afectación vestibular: vértigo, mareos, vómitos, pérdida del equilibrio.
    • Afectación pulmonar: debilidad, palpitaciones, dolores torácicos.

El único tratamiento eficaz en estos casos es la recompresión en cámara, también y en los casos extremos en los que no exista una cámara cerca del lugar del accidente, se podrá intentar a volver a sumegir al individuo hasta la cuota en la que se produjo el accidente y realizar allí la descompresión con las tablas para ello.

Para evitar este tipo de accidentes deberemos respetar siempre la curva de seguridad, utilizar los ordenadores de buceo y las tablas de descompresión y mantener las reglas de seguridad establecidas.

Dolores de los dientes (odontalgias)

Tener una dentadura en buen estado es algo fundamental para la práctica del submarinismo. Como ya hemos dicho, cualquier cabidad puede acumular aire en su interior y en el caso de que existan dientes con caries o estropeados, en sus agujeros puede establecerse aire que durante el descenso haya aumentado su nivel de presión hidrostática; lo que puede suponer que, si no se expulsa al ascender, se dilate, produciendo un efecto explosivo sobre el nervio.

Conviene realizar visitas al dentista con cierta asiduidad.

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 Los cólicos del escafandrista

Durante el ascenso, los gases tragados en la inmersión y almacenados en el estómago e intestino, se dilatan; pudiendo producir dolores abdominales intensos que pueden llevar a un síncope, disnea, angustia...

Para prevenirlo lo mejor es cuidar la alimentación (no comer copiosamente antes de echarse al agua) y sobre todo evitar las bebidas gaseosas.

 Vértigos alternobáricos

Surgen como consecuencia de un desequilibrio de presiones en el interior del oído. Para hacerlos desaparecer cuando surgen durante el ascenso, lo más adecuado es descender unos metros (pocos) y volver a ascender.

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